viernes, 5 de octubre de 2007

La luna de miel

Tras la boda, al día siguiente, nos fuimos de viaje de bodas al Caribe. Durante el viaje, le prometí a mi flamante maridito mucha lujuria....Lo que no imaginaba entonces era que tendríamos tanta.

Con estos comentarios, y, como el viaje era nocturno con el avión vacío en 1ª clase excepto nosotros, Luis empezó a acariciarme por encima de los tejanos previamente, y luego abrió mi cremallera, deslizando su mano dentro. Acariciaba mi sexo suavemente, con ternura, mientras yo me iba lubricando, y me estiraba más para que él accediera más profundamente. Como estaba junto a ventanilla, me desabrochó y me bajó pantalones y bragas a la vez. Estiré mi respaldo, y, a continuación, como un gatito goloso, se inclinó para besar mi sexo. Lo atrevido de esta situación me ponía a cien, mientras sus expertos dedos buceaban en los jugos que salían de mi coñito.

Suspirando, moví mi cabeza hacia los lados, y mi sorpresa fue ver a una azafata, dos filas hacia atrás en diagonal, mirando fijamente nuestro jueguecito. Una mano había desaparecido dentro de su falda. Sentirme observada aumentó mi excitación, por lo que no tardé en correrme. Cuando volví a mirar, la azafata ya no estaba. Me dormí y no recuerdo si me había vuelto a vestir.

Aterrizamos en Cancún cuando atardecía. Con el sueño en los ojos, me pareció advertir una sonrisa cómplice en una de las azafatas cuando bajamos del avión. No estoy segura de ello...

Mi flamante marido acusó más el jet-lag que yo, así que mientras él se acostó en la habitación del hotel, yo bajé a cenar. Entablé conversación, o mejor dicho, ellas me asaltaron, con dos mujeres de Castellón que me explicaron su vida y milagros mientras yo iba comiendo. Así supe que Eva y Miriam eran amigas de toda la vida, ambas separadas, y que a sus 47 años, estaban viendo mundo. Me estaban comentando las excelencias de las playas del Yucatán, cuando exclamé en voz alta que me había olvidado el bañador en Barcelona.

-Querida, eso no es ningún problema, dijo Eva. ahora mismito bajamos a la tienda del hotel a comprarte una colección de bikinis, y nosotras te asesoraremos. No pude decir que no, y enseguida bajamos. La dependienta, muy atenta, sacó muchísimos modelos, de los que elegí cinco para probarme. Mi sorpresa fue que no había probador. Así que apuntó el número de mi habitación, y me dijo que me los podía probar allí. Como Luis estaba durmiendo, ellas me ofrecieron la suya.

Allí, y bajo su atenta mirada, me sentí incómoda cuando me invitaron a probármelos ante ellas. Así se lo hice notar, y pasé al cuarto de baño, aunque me pidieron que saliera a enseñárselos puestos. El primero era muy tapado, y me dijeron que con el sol que hacía, la parte de arriba no la necesitaría, que además allí se podía ir desnuda si quería. Con los otros, ellas miraron, ajustaron, comentaron, y al final, hubo acuerdo en tres, aunque en uno yo tenía reparos, pues la braguita era un tanga muy estrecho, y asomaba parte de mi vello púbico.

-Eso tiene solución, dijo Miriam. Basta con rasurarte, mira. Y sin más, se levantó, izó su vestido, y me mostró su sexo completamente depilado. -Y Eva también. Y ella hizo lo mismo. No sé qué me impactó más, si el ver que no llevaban bragas o su vulva impúber. Hasta ese momento, las había visto como unas mujeres maduras que buscan diversión con hablar de sus cosas. Ahora, estaba turbada. Ellas se aprovecharon, y me sentaron en el borde de la cama. Eva ya me había quitado el tanga, y me dijo que me estirara y confiara en ellas. Miriam había ido al lavabo y volvió, arrodillándose ante mí. suspiré cuando una especie de cepillo fino mojaba la parte externa de mi vagina. Los movimientos se hicieron más rápidos y un sonido pastoso me indicó que la espuma ya estaba repartida. Durante la depilación, ni rechisté, aunque cuando, para repasar los labios, metió dos dedos en mi interior, sentí el hormigueo que indicaba que a mi coñito le gustaba aquello.

-Bueno, ya está, dijo; pero no retiró los dedos de mi sexo. Al contrario, mientras enjuagaba los restos de jabón con la esponjita y un poco de agua caliente, los apretó más adentro, hasta llegar al fondo. Gemí e intenté apartarle la mano, pero fue un gesto débil, y ellas lo notaron. Eva se abalanzó con su boca sobre mi clítoris, mientras Miriam desataba el sujetador y manoseaba mis pechos. había caído en una trampa de la que ni podía ni quería escapar. Un dedo más se unió a los que, como garfios, rascaban suavemente las paredes de mi vagina, y sobaban con descaro mi útero. Respiraba agitadamente, cuando Miriam se sentó sobre mí, ofreciéndome a escasos centímetros, una visión de su humedecida cueva, mientras sus manos alzaban mis piernas para que Eva profundizara más en mí. Ya estaba a punto de correrme cuando la lengua que torturaba mi clítoris buscó la roseta de mi culo. Entonces, sin saber por qué, besé el sexo salado de Miriam, con cuidado primero, y luego con fruición. Y eso que era una experiencia nueva. Todavía me estremezco al recordar su sabor.

Cuando finalizaron los espasmos de mi corrida, ambas repasaron mis pechos y mi boca con sus lenguas. Yo todavía estaba alucinando, cuando de repente oí que Eva solicitaba por teléfono que la pusieran con la habitación 269... ¡¡La mía!!

El vestuario de chicas

Llevo trabajando en la empresa un año y cuatro meses y durante todo este tiempo, quizás algunos piensen que no es mucho pero en el sector en el que me muevo si se puede considerar un tiempo aceptable, como iba diciendo, en todo este tiempo me han ocurrido varios sucesos que he decidido contar a través de esta fantástica WEB.

Una típica jornada laboral se compone de diez horas de trabajo, divididas en dos turnos de cinco horas cada uno, a excepción de los viernes que sólo se hace el turno de cinco horas de la mañana, la plantilla es mixta compuesta por una cadena de montaje (exclusivamente masculina) y una cadena de terminado y empaquetado (exclusivamente femenina), por cierto yo soy jefe-administrativo encargado de la supervisión del buen funcionamiento de estas dos secciones, como he dicho los viernes se suele terminar a la una del mediodía a excepción de algunos viernes que por causas diversas se pueden llegar a hacer las dos o dos y media, en estos casos los operarios se suelen ir marchando conforme van acabando su tarea, las dos ultimas en irse siempre son Adela y M. del Mar, en estas dos mujeres se va a concentrar el suceso que paso a relatarles.

Adela es una mujer de mi quinta (treinta y tantos) pelo castaño oscuro liso y largo, en el trabajo suele llevarlo recogido en un precioso moño que deja ver su no menos maravilloso cuello, pechos generosos con unos hermosos pezones oscuros hechos para ser amamantados (el cómo lo sé es otro suceso que dejo para otra ocasión), 1.70 de altura, ojos castaños, boca sensual con un lunar irresistible junto a la comisura de los labios y un culo y piernas verdaderamente espectaculares.

M. del Mar es más joven no llega a la treintena también pelo castaño pero más claro y más corto y toda ella insinuante, ojos castaños, 1.68 de altura, sus pechos no tan grandes como los de Adela y sus pezones son más sonrosados y pequeños, lo que sí es comparable es su culo y sus piernas. En fin era viernes y serían las dos y cuarto, yo estaba en la oficina esperando que terminasen para cerrar la fabrica, cuando me decidí a asomarme por una ventana para ver si quedaba alguien todavía trabajando, diré que la oficina se encuentra un piso más arriba donde hay un patio y enfrente unos pequeños ventanales desde los cuales se puede ver toda la fabrica incluido los vestuarios, las ventanas que dan a los vestuarios son opacas y suelen estar cerradas con candado pero yo sé dónde se guardan las llaves y suelo tener el candado abierto para poder observar...

Bueno sigamos, viendo que no había nadie en la fabrica decidí mirar en los vestuarios, en el de los hombres no había nadie y pasé a ver en el de las mujeres entreabrí la ventana con mucho cuidado y sigilo para mirar y lo que vi me dejó anonadado, allí estaban Adela y M. del Mar dándose un morreo que ni en las mejores películas porno, ninguna llevaba puesto el guardapolvo del trabajo, Adela llevaba un sujetador de color blanco tipo bóxer y M. del Mar uno también blanco pero más tradicional.

Estaban abrazadas pecho contra pecho, tetas contra tetas, boca contra boca, era un morreo amplio y profundo, oía claramente sus respiraciones agitadas y entrecortadas, girando sus cabezas apretándose una contra la otra, de pronto Adela hizo un rápido movimiento y le desabrochó el sujetador, se separaron un momento, se lo terminó de quitar a M. del Mar y acto seguido se quitó el suyo, durante unos instante cada una observaba las tetas de la otra y se las acariciaban con los reversos de la mano muy suavemente.

M. del Mar se entretenía especialmente en los pezones de Adela, era maravilloso ver cómo esos pezones grandes y oscuros todavía se hacían más grandes y oscuros al sentir las caricias de M. del Mar, de pronto se volvieron a abrazar y empezaron a morrearse nuevamente pero ahora se apretaban más fuerte y se frotaban más, Adela empezó a lamerle el cuello, luego los hombros, M. del Mar gemía, y siguió hasta llegar a las tetas y a los pezones, éstos estaban erectos y sonrojadísimos producto de la excitación de M. del Mar.

A todo esto me encontraba yo presa de una erección descomunal, mi polla pugnaba por salir del pantalón, me desabroché el cinturón, el botón, me bajé la cremallera y la saqué, estaba toda colorada, caliente y dura con unas gotas de liquido preseminal en la punta del cipote con lo cual empecé a masturbarme muy lentamente, mientras observaba cómo era ahora M. del Mar la que chupaba con ansia las tetas de Adela y cómo lamía sus pezones tan oscuros y duros que parecían pitones apuntando al techo, Adela la agarró y la subió para morrearse de nuevo pero esta vez observé cómo le metía la mano por dentro del pantalón de lycra que llevaba puesto M. del Mar y cómo esta abría la boca de placer a lo cual aprovechó para meterle la lengua hasta el gaznate. Entonces se desabrochó sus pantalones, se bajó la cremallera y cogiendo la mano de M. del Mar se la metió por dentro de sus también blancas bragas y cómo le indicaba qué hacer "... así... así... por favor no pares".

Yo estaba a mil por hora, mi polla estaba a reventar de lo dura y gorda que se había puesto, me quemaba la mano, tenía unas ganas terribles de encontrarme en medio de esas dos estupendas mujeres y participar en la sesión de morreos y caricias, pero mi sexto sentido me decía que no rompiera aquel momento mágico y extremadamente morboso haciendo notar mi presencia, preferí seguir masturbándome, eso sí muy, muy lentamente, no quería acabar antes que ellas, lo cual dado mi excitación era bastante complicado.

Ellas estaban alcanzando el clímax, cada vez se movían más frenéticamente, sus manos realizaban movimientos rítmicos cada vez más velozmente, sus jadeos y gemidos eran más profundos y entrecortados se morreaban con más fuerza, se les notaba cómo gotas de su saliva se les escapaban por las comisuras de los labios y caían resbalando por sus cuellos, sus manos libres viajaban de sus pechos a sus caderas y de allí a sus cabezas...

Por fin llegó el momento, se contrajeron y se quedaron inmóviles unos instantes, para seguidamente apoyarse cada una en el hombro de la otra relajadamente mientras que con sus manos todavía en el sexo de la otra se daban pequeños besos y caricias mientras se susurraban cosas, yo por mi parte acabé con un surtido de semen increíble que fue a parar a una distancia considerable de donde me encontraba, aproveché que todavía estaban acariciándose y hablándose para irme de allí aún más sigilosamente, pero con un pensamiento fijo en mi mente, cómo hacer para que la próxima vez pueda participar yo también.

Un saludo.

Delicia de mujer

A pesar de la excelente posición económica que ha forjado Federico para nuestro matrimonio, tengo que confesar que desde hace dos años soy una prostituta. No lo hago por dinero, sólo busco el placer sexual que mi marido me niega.

Tenía 25 años de edad y 5 de matrimonio cuando se desencadenó todo; mi vida era bastante relajada ya que Federico satisfacía hasta mis más mínimos caprichos. Hasta esa fecha pude soportar el abandono de mi marido. Para él, lo principal era su trabajo y a pesar de mi espectacular físico: 1,60 de altura, morena, intensos ojos verdes, piernas bien torneadas las que sujetaban un redondo y enorme trasero y dos grandes y erguidos senos; me mantenía en un relativo segundo plano. Mi belleza me habría permitido engañar con facilidad a Federico, oportunidades las tenía a diario, pero el miedo a ser sorprendida y sabiendo que mi esposo me enviaría de regreso a mi hogar materno que se caracterizaba por la pobreza me impedían concretizar relación alguna.

Sexualmente siempre estaba dispuesta, pero con Federico sólo teníamos esporádicas relaciones y mi sangre caliente la tenía que calmar noche a noche con mis dedos y algún aparato parecido a un pene.

Una noche, durante una recepción bebí más de la cuenta. Bastante mareada y aprovechando que mi esposo conversaba con altos ejecutivos de su empresa subí al segundo piso, ingresé a una habitación y me recosté en una cama. Un cosquilleo invadía todo mi cuerpo. El alcohol y la permanente sensación de sentirme observada y deseada hacían en mí estragos. Sin duda, estaba excitada. Bajé mi calzón y suavemente me masturbé hasta alcanzar un sabroso orgasmo. El natural relajamiento post - sexo y las bebidas ingeridas me abatieron quedándome profundamente dormida.

Unas intensas caricias lograron sacarme de mi sopor y sin poder oponer resistencia alguna abrí mis piernas y me entregué por completo. La lengua que recorría mi sexo era una verdadera experta; se deslizaba de arriba a bajo para luego introducirla en mi agujero para luego continuar masturbando sabiamente mi trasero. Poco a poco mi cuerpo se fue soltando hasta que estalló moviéndose desenfrenadamente mientras de mi boca salían lujuriosas palabras pidiendo más y más hasta que el desenfreno total me inundó con un violento y salvaje orgasmo.

Al abrir mis ojos quedé completamente sorprendida. Ante mí se encontraba una mujer adulta, de baja estatura, obesa, dueña de unos enormes pechos y vestida grotescamente por el uso inadecuado, para su figura, de sus prendas de vestir.

Asustada traté de levantarme y salir rápidamente de la habitación, pero la potente voz de la mujer y la amenaza de contar todo a mi marido me lo impidieron. Estaba en las manos de esa desconocida desnudándome por completo. Ella hizo lo mismo con la mitad de su cuerpo. Sus pechos caídos, por el peso y el paso del tiempo se confundían con su gordura, pero sus manos eran una verdadera delicia y rápidamente sus caricias me excitaron una vez más. Luego de un breve jugueteo la mujer comenzó a despojarse primero de su falda y luego de sus calzones. La figura que quedó frente a mí, esta vez me trastornó totalmente. Su sexo estaba cubierto de negros pelos desde el ombligo hasta el agujero de su culo.

Esta vez tomé yo la iniciativa recostándola en la cama y comencé a acariciar ese hermoso coño todo dispuesto para mí. Me coloqué encima de ella, la sensación al deslizar mi sexo por esa frondosa mota de vellos era espectacular; poco a poco fui bajando, mis tetas se deleitaron acariciando ese peludo sexo; luego de un delicioso momento fueron mis labios los que besaron esa velluda vagina haciendo gozar intensamente a mi amante. Bastó un breve descanso para que nuevamente nos acomodáramos para gozar; nos colocamos en la posición del " 69 " para que de esta forma nuestras lenguas y dedos nos transportaran fácilmente a un nuevo orgasmo.

Mientras descansábamos, Marcelina me contó parte de su vida. Era la regente de un exclusivo burdel que proveía de bellas mujeres a importantes hombres de negocios de nuestra región asegurándome luego, que poseía hermosos atributos para convertirme en una prostituta muy especial invitándome a unirme a su negocio. Luego de asegurarme de que jamás sería descubierta por Federico y de las placenteras bondades de la actividad acepté su oferta.

Desde hace dos años que me entrego todas las tardes por placer convirtiéndome en una de las putas más requeridas. Gracias a los intensos favores que concedo además del placer que obtengo he amasado una interesante cuenta bancaria y los regalos que he recibido han satisfecho todos mis caprichos. No cabe ninguna duda que la permanente calentura que me consume la que me mantiene trabajando ya que mis clientes logran calmarla en parte; sólo logro la tranquilidad necesaria cuando Marcelina me invita a su depto, en donde intensas sesiones de sexo, lujuria y amor me hacen inmensamente feliz.

La criada filipina

Vivo en Madrid y me llamo Paula. Tengo 30 años. Estoy divorciada y no tengo hijos. Yo creo que la causa de mi divorcio fue el trabajo tan estresante que tengo. Me casé muy enamorado de mi marido, y yo creo que él también de mí. Él tenía un trabajo mucho más relajado que el mío, pero no por ello sin problemas. Yo aportaba más dinero a la casa, y eso tenía a mi marido acomplejado. A los dos años de casados, me dejó por una compañera de trabajo.

Mi trabajo, como digo, es muy estresante, y como no tengo dificultades económicas, me planteé el contratar a una chica para que me hiciera el trabajo de la casa, a pesar de lo poco que me suponía, en fin: lavar mi ropa, hacerme la comida y la limpieza de un piso que apenas lo piso.

Puse una oferta en un agencia y me llovieron las chicas, pero era disparatado el precio que me exigían. Había una que sí me convenció. Era una chica filipina o vietnamita, no lo sé. Comprendía bien el español, pero lo hablaba con mucha dificultad. Aquella chica pedía un sueldo de cuarenta mil pesetas, y a cambio se quedaba interna en la casa.

Esta chica, que se llama Who, era una muchacha de 18 años, cuerpo muy delgadito, y yo le sacaba la cabeza. Su pelo era negro y lacio y su piel muy morena. Tenía una boca de labios largos y delgados, y la nariz y los ojos de las orientales. Sonreía continua y humildemente. Comprobé que los papeles estaban en regla y firmamos en la agencia el contrato de trabajo.

Yo soy rubia y de piel bastante Clarisa. Mis ojos son marrones claros y se puede decir que para mis treinta años me conservo bastante bien. Debe ser debido a la dieta y beber mucha agua, aparte del ajetreo diario del trabajo y a hacer algo de ejercicio los fines de semana. Mi trabajo me obliga a combinar el tono serio de mis vestidos con un toque sexy que me hace triunfar entre los hombres. Estoy muy orgullosa de mis cuerpo: unas tetas grandecillas pero bien puestas, una cintura estrecha, la barriga en su sitio, un culito respingón, en unas caderas anchas, y unas piernas largas pero gorditas.

Who se vino a trabajar conmigo esa misma tarde. Confieso que al verla, se me pasaron ideas muy raras por la cabeza. Nunca he tenido a nadie de aquella manera, digamos, a mi merced. La obligué a ponerse un uniforme para trabajar en casa. Era una falda por encima de la rodilla que debía acompañar con una pieza delantal que le cubría la parte delantera, como un uniforme del colegio. La regañaba constantemente por que me gustaba verla bajar la cabeza y responderme humildemente: "Chi senola, como uté diga, senola". Me gustaba obligarla a repetir las labores de la casa. En definitiva, me desahogaba con ella por el stress del trabajo.

Un día la llamé para preguntarle por la ropa planchada el día antes. Ella se estaba duchando. "Vaya" pensé "No tendrá tiempo de ducharse cuando yo no estoy. La habitación donde Who dormía estaba junto a la cocina, y tenía anexo un pequeño baño con un plato de ducha. Entré en el baño despacio y la vi ducharse. Tenía un cuerpo delgado, pero a pesar de ello, muy bien formado. Sus piernas eran regordetillas y algo cortas. Sus tetas eran pequeñas y pegadas a su cuerpo. Su pezón oscuro y diminuto estaba rematado en una punta desafiante. Esto me llamó la atención, pues mis pezones son rosados y grandes, y la punta no se distingue ni muchísimo menos como los de Who. Tenía una cintura estrecha y unas caderas anchas. Me descubrió mirándola. Yo para despistar le pregunté por la ropa, pues había olvidado las llaves en la chaqueta, seguro. Ella me lo indicó y luego, mirando, sonriéndome me dijo algo que entonces no comprendí "¿Quelel enjabonal espalda?¿Quelel?.

No comprendí lo que me dijo y no le hice mas caso. Ese día fue un día fatal en el trabajo. Así que vine súper estresada. Nada más llegar le eché en cara que se duchara por la mañana, pudiéndolo hacer cuando yo no estaba o levantarse antes. Me miraba con humildad. Por vez primera le miré a las piernas y me di cuenta que no llevaba medias. Le pedí la cena. La cena era un plato de comida asiático tradicional que lo rechacé casi sin probarlo. Who se entristeció y yo casi me alegraba de aquello. Con razón mi marido se separó de mí. Soy insoportable a veces.

Estaba sentada en el sofá, viendo la tele, y entonces me sorprendieran unas manitas delgadas que me tocaban en el hombro. Aquello era delicioso, que relax. Me entró como un sueño que me hacía olvidar de todos los problemas. Who me repetía desde detrás de mí :"Senolita descansal, senolita no ploblemas, yo masague senolita." Me estuvo tocando los hombros y el cuello hasta quedarme totalmente relajada."Tu, tensa, tu,tensa, Yo lelajalte".

Me explicó que en su país, ella daba masajes a la gente, y de ahí la experiencia que tenía. La verdad es que lo hizo muy bien. Empecé a regañarle menos, pero me di cuenta que cada vez se tomaba más confianzas en la casa, utilizando la taza de la misma vajilla en que me servía yo el desayuno, comiendo fuera de las horas que tenía marcadas para comer. ¡Incluso a veces salía fuera de la casa los días laborables a comprarse chucherías al kiosco de la esquina!.

Yo no sé si esta actitud le venía de que le regañaba menos o de mi actitud hacia sus masajes. En efecto. Who comenzó a hacerme los masajes todos los días. Al poco tiempo, me convenció de que lo mejor era que yo me tumbara sobre la cama, de cara a la cama, mientras ella me daba golpecitos rítmicos con el canto de la mano y me apretaba los hombros y el cuello. Pronto me convenció de que era mejor hacerlo sin la camisa puesta. Ese día me dijo"Tu tímida, tu no ploblemas yo" y me desabrochó el sujetador.

Poco a poco me fui convenciendo de que era una experta haciendo masajes, así que no puse objeciones cuando se sentó sobre mí para hacerme los masajes sobre la espalda. ¡Qué poquito pesaba!. Sus manos se deslizaban por mi espalda, cada día un poco más lejos de la espina dorsal y más cerca de mis senos. No le daba importancia, como tampoco le daba importancia a que comenzara a relajarme pasando sus labios por mi espina dorsal. Era realmente relajante."lengua mohada come tensión, tu dejal yo lamel columa velteblal " .

Who comenzó a desvestirse y vestirse delante mía sin pudor. Se quitaba el uniforme para ponerse una bata cuando me recogía la cena, para darme los masajes. Aquella batita dejaba al descubierto sus muslos y un escote que le llegaba al ombligo, entre sus dos tetitas planas. Comenzó a darme los masajes de aquella manera. Yo sentía el calor de su entrepierna en mi zona lumbar. Luego sentía la textura de la bata sobre mi espalda mientras me lamía la columna y me mordisqueaba el cuello, a la par que sus manos acariciaban mis costados, rozando la parte mas exterior de mis senos.

El día que empezó a hacerme aquello, empecé a sentir una extraña excitación. Mi sexo comenzó a sentir el peso de la sangre acumulada, y Who, experta en este tipo de asuntos debió de notarlo, porque a partir de ese momento los acontecimientos empezaron a precipitarse.

Un día, Who, después de la cena, vino como siempre, con su mini bata. Me llevó a la cama, pues desde hacía tiempo era ella la que dulcemente me llevaba a la cama. Yo había tenido un día muy jodido en el trabajo y esperaba sus masajes con desesperación. Tumbada en la cama, volví la espalda hacia un lado y pude ver que Who se había quitado la bata, y solamente estaba en bragas. Unas bragas que me gustaron mucho cuando las vi. ¡Pero si eran mías!. Le recriminé con dureza que tuviera puestas esas bragas que me habían costado 5000 pesetas.

Who miró hacia abajo dubitativa. Yo proseguí regañándola y diciéndole lo a disgusto que estaba con ella. Who estaba a punto de llorar. ¡Ay como me hubiera gustado verla llorar!. Pero en lugar de eso, ella se recompuso y me pidió que la esperara. Vino con una de sus bragas. Eran unas bragas baratas, sin ningún atractivo. Se puso la bata y comenzó a darme masajes. "Tu hoy muy tensa, yo lelejalte,". Comenzó como siempre con los golpecitos y los amasamientos de músculos. Luego su lengua comenzó a lamerme la columna y los hombros.

Sentí como me agarraba de los brazos y entonces, en lugar de sentir la bata, sentí sobre mi espalda el tacto cálido, blando y suave de sus pequeños senos, mientras sus besos se convertían en bocaditos en el cuello. Intenté deshacerme de ella, pero me fue imposible. Mientras más me movía mayor era el roce de mi espalda contra sus senos. Yo le pedía que me soltara"Who, ¿Qué haces? Me haces cosquillas".

No eran cosquillas lo que estaba sintiendo. Mi conejo estaba mojándose por momento y Who lo sabía. "Tu tensa y excitada, Yo te doy lelax y plaser. Tu deja mí. Yo sabel. Yo mastulbalte, Yo hacer paja y tu quedal tlanquila"

Me negué en rotundo y conseguí apartarla de mí dándole un fuerte grito. ¡Que grandísima idiota fui! Who se levantó contrariada y abandonó la cama cabizbaja. Yo me quedé así de caliente. Esa noche no pude conciliar el sueño hasta que me masturbé tras acariciarme durante un largo rato, imaginando la escena de hacía unas horas. Me masturbé en un plan tan salvaje, que la cama de matrimonio se movía y todo de la manera en que mi cuerpo se convulsionaba por las caricias que mis dedos le prodigaban aquí y allí.

He de confesar que la costumbre de masturbarme la había perdido ya, hasta que Who comenzó a lamerme la espalda, pero nunca hasta ese día lo había relacionado con ella.

Desde ese día. Who no volvió a darme masajes. Tenía un actitud algo rencorosa conmigo. Yo estaba llena de orgullo y me iba a la cama sin decirle nada, aunque me quedaba esperando que ella apareciera de un momento a otro para continuar esa historia que habíamos dejado interrumpida.

Pasaron dos semanas en que empecé a volver a tratar a Who de una manera injusta y despótica, a pesar de su excelente comportamiento en la casa. Ella ni rechistaba y aguantaba las broncas con una proverbial paciencia. Era tan cruel que llegué incluso a insultarla, llamándole torpe y vaga. Creo que influyó tanto su negativa a continuar con los masajes como la peor temporada de trabajo de mi vida.

Su paciencia rebosó un fin de semana. Ella tenía derecho a unos descansos dominicales de medio día. Nunca los había tomado, pero la pobre, en vista de mi actitud, lo pensaba tomar. Yo se lo recriminé. "Nunca te has ido y ahora te vas. ¿Por qué? ¿Es que no estás a gusto en la casa?". Me respondía políticamente. La amenacé: "¡Haz lo que quieras, pero si te vas a dar un paseo esta tarde, con la casa como está, es mejor que no vuelvas!"

La casa estaba impecable. Who no lo pudo resistir más y se fue a su habitación llorando. Se encerró durante toda la tarde y al final me conmovió. "Who, pequeña, no llores, cielo...Es que estoy muy estresada. Lo siento. Abre y perdóname, por favor".

Who era una chica estupenda y no tardó en abrir la puerta con lágrimas en los ojos todavía. La abracé y la quise besar en la mejilla. Nuestras bocas se rozaron levemente. Mis pezones se erizaron. "Necesito que me des tus masajes", le confesé.

Who comenzó a trabajar, mientras yo la observaba de reojo. Apenas si intercambiamos palabras. Yo intentaba romper el hielo, para ver el estado de Who, quería saber si me guardaba rencor. Me preparó la cena. Por vez primera consentí en que comiera a mi lado. Ella seguía callada a pesar de todo. Me preparé para dormir. No obstante, esperé un rato para ver si venía a hacerme los masajes. No vino. No lo aguantaba. Al día siguiente la echaría. Me desnudé, quedándome sólo con las bragas puestas, pues hacía mucho calor.

Me despertó la luz de mi cuarto que se había encendido. Lo primero que vi fue a Who, delante mía, desnuda totalmente. ¡Que bella y sedosa caballera negra le cubría el sexo! Me miraba con una mirada maliciosa. Pronto me di cuenta que mis manos estaban atadas las dos juntas, al cabecero de la cama.

"¿Qué haces?" le dije temerosa y excitada.

Who me contestó "Date vuelta, cala contla cama. Yo hacelte masague de puta madle. Tu tensa, yo lelagalte. Tu mujel nueva". La obedecí. Who se sentó sobre mi y comenzó a menear sus tetas en mi espalda mientras me decía cosas increíbles "Tu putita. Yo sabel desde que yo vi tú en agencia" . Sus manos manoseaban mis nalgas, a las que previamente había liberado bajándome las bragas. Me movía las nalgas de arriba abajo y las separaba. Me daba bocados en el cuello, los hombros y me devoraba el lóbulo de la oreja. Yo insistía en que me dejara libre."Tu follal conmigo. Tu desealme."

Who me ordenó darme la vuelta, lo que hice con dificultad, por estar ella entre medio. Se colocó de rodillas entre mis piernas y se abalanzó sobre mí, comiéndome la boca primera, mientras amasaba y pellizcaba mis senos. Luego comenzó a comerme los pezones, alternando un ritmo suave de lametones, con una agresividad medida de mordisquitos. A estas alturas ya tenía las bragas súper mojadas.

Who debió de sentir mi humedad al clavar su rodilla en mi conejo, mientras restregaba sus tetitas contra mis pechos. Nuestros pezones tropezaban y se excitaban mutuamente. Sus manos me cogían de las caderas y oprimían mi sexo contra su pierna y no paró hasta que comencé a frotarme yo mismo contra ella. Sentía un calor en el vientre que me subía por la cabeza y me bajaba hacia la vagina. Me abandoné a Who y a mi propio orgasmo.

Le pedí que me soltara. Yo creí que todo había acabado ya, pero me equivocaba. Se puso sobre mi vientre, de forma que sus piernas colgaban a ambos costados. Sentí el suave pelo de su sexo sobre mi ombligo y su humedad. Me hizo una pregunta"¿Tu volvel amenazal con echalme?" . No le contesté y volvió a repetir su pregunta. Tras esperar mi respuesta me abofeteó. Me sentí humillada como había pretendido humillarla tantas veces. "No jamás volveré a amenazarte", le contesté.

Entonces se abalanzó sobre mi cara y me dio un beso largo y me penetró con la lengua, mientras me mordía con sus labios. "Yo no acabal aún, tu gozal hoy mas que todo tu vida, zolita"

Comenzó a bajar por mi cuerpo, besando mis tetas y mis pezones, mientras sus manos no se separaban de mis tetas y mis pezones, me besó las costillas, el ombligo, la ingle, y al final, sus labios me mordieron el clítoris y estiraron de él como queriéndolo arrancar. Mi chocho comenzó de nuevo a funcionar. Su lengua lamió la raja de arriba abajo, y comenzó a golpearme el chocho. Intentaba profundizar en mi interior, para lo cual se ayudaba ahora de sus manos, que separaban los labios del toto y aprisionaban mi botón entre sus dedos. Tenía fuego en mis pezones y en el clítoris.

Sentía con temor la presencia de un dedo travieso en mi nalga. Mi excitación iba en aumento. Comenzaba a balancearme rítmicamente de nuevo. El dedo se acercaba por la parte baja de la nalga hacia el oscuro agujero. ¿Será capaz? ¿Lo hará?. Descubrirlo me provocó el segundo orgasmo mientras aquel dedo me hacía cosquillas entre las dos nalgas buscando el calor de mi ano.

"Por favor, déjame descansar y suéltame", le pedí a Who. "De eso nada. Yo tlabajal mucho y tu no hacel nada. Tu solo lecibil. Ahola tu tlabajal". Who fue subiendo a gatas por mi cuerpo y de repente se sentó de rodillas sobre mi cara. Yo tenía su coño en mi boca. No sabía que hacer. Who me agarró la cabeza con las dos manos y comenzó a moverla y moverse ella como más placer le producía. Su sexo estaba mojado y podía oler su fragancia deliciosa.

Pronto me di cuenta de cuál era su clítoris y lo lamía y besaba continuamente. Desde abajo, sus tetas parecían algo más grandes. Sus pezones destacaban como una cereza negra sobre sus tetas. Deseé tocarlos, pero no podía desatarme. La violencia de sus movimientos me comunicaba la cercanía del orgasmo. Who me cogía cada vez más fuerte de los pelos y sus jugos se esparcían por toda mi barbilla y mi boca. Se desplomó hacia atrás, cayendo sobre mis senos y entre mis piernas.

Yo pensaba que esto había acabado ya, entre otras cosas por que nunca había tenido antes más de dos orgasmos seguidos, Me equivoqué. "Esto tenel acabal mejol, Tu espelal, yo idea". Esperé unos minutos, así atada, reflexionando y llegando a la conclusión de que aquello me gustaba. Vino entonces Who escondía algo en la mano. No descubrí entonces que era. Se sentó a los pies de la cama y comenzó a lamerme y comerme cada dedo de los pies. Luego, metió una pierna entre mis dos piernas y fue aproximándose a mí, con una pierna mía colgada sobre mi hombro, hasta que ambos conejos entraron en contacto, nuestros pelos se rozaban, nuestros sexos se mojaban mutuamente. Who comenzó de nuevo a menearse cíclicamente contra mí, y yo me dejé llevar por la inercia. Sentí un piececito diminuto posarse sobre mi pecho, y luego buscar mi boca, así que yo también le lamí los dedos de los pies.

Cuando estábamos metidas en faena, entonces Who sacó el objeto que había traído y no había conseguido descubrir que era. Era una zanahoria bastante larga. La colocó entre las dos, metiéndosela primero ella y luego, aunque yo me negaba, "No, eso no, no, no..." Me sostuvo de tal manera con sus piernas, que la otra punta entró en mí. Hacía año y medio que no me entraba nada, y fue un consuela aquello , Comenzamos a movernos como locas, la una contra la otra. Lo que una dejaba en la retirada, le entraba a la otra en la avanzada. Pronto nos volvimos a correr, esta vez, la una contra la otra y permanecimos así un largo tiempo... Desde esa noche, Who duerme conmigo en mi cama.

En el trabajo me va mejor. Yo creo que el no mojar contribuía a que me tomara las cosas en el trabajo que me producía un gran estrés.

Cuando llego a casa, descanso, y tras el descanso, Who me entrega el uniforme y ella se pone la bata. Me acerco a ella, que está sentada en el sillón, y ella abre las piernas para ofrecerme su tierno conejito. Después de comérmelo, deja que ella haga conmigo lo que quiera...

Mi amante y yo.

Nunca había tenido una experiencia con una mujer, siendo yo mujer. Si bien es cierto, que a lo largo de mi vida me he sentido atraída por mujeres, nunca había dado rienda a mis inquietudes, tan es así que me casé hace 5 años, durante mi matrimonio le he sido infiel a mi marido 1 vez con un hombre, y esta ocasión que les contaré con una mujer.

Nayeli, mi actual amante, llegó a mi vida cuando no la esperaba, yo ya estaba establecida con mi esposo, las ideas de estar con una mujer se habían alejado hacia ya tiempo de mi mente, mas de pronto ella se cruzó en mi camino, fue verla y sentirme atraída por ella. Compañera de trabajo durante 1 mes, cruzábamos miradas a cada instante., eran miradas que decían algo más... había algo oculto.

En una ocasión tuvimos que salir fuera juntas, por camión, a pesar de ir solas en todo el camión nos sentamos una junto a la otra, llevábamos como 15 minutos de camino, cuando ella estiró sus brazos y los pegó a mis tetas, yo sentí correr electricidad por mi cuerpo, me miró, se sonrió y fue cuando yo supe que ella me deseaba tanto como yo, crucé mi brazo y le cogí de la cara le miré a los ojos y le sonreí.

Mas tarde después de ir platicando ella recargó su cabeza en mi hombro, yo comencé a acariciar su pelo, siempre rozando sus tetas con mi brazo, podía sentir su pezón erecto, su respiración caliente, entonces zafé mi brazo para rodearla con él, y ella se pegó a mi pecho, puso su mano entre mis tetas y su cara y comenzó a jugar con ellas, el chofer nos veía por su espejo retrovisor, a mí no me importaba, yo quería sentirla.

Ese viaje fue solo eso, mas al volver, como a las dos semanas salimos juntas a comer, después la invité a casa a tomar unas cervezas, mi esposo andaba fuera de pesca con sus amigos. Nos fuimos a casa y ahí estuvimos platicando, bebiendo, nos sentamos en diferente sillón, al final terminé sentándome junto a ella, demasiado cerca, entonces, ella me quiso enseñar unos aretes nuevos que había comprado, me acerqué todo lo que pude a ella, y la besé en el cuello, ella se hizo para atrás, como muestra de rechazo, pero yo me acerqué de nuevo, esta vez a sus labios, puse mis labios en sus labios, comencé a besarlos, suave, tiernamente, hasta sentir que ella cedía, entonces comencé a meter mi lengua y ella soltó la suya y comenzó a besarme desaforadamente, empezó a meterme mano por donde podía, nos sacamos la blusa, el pantalón, y nos quedamos en calzón y brassier, nos fuimos a mi recámara, besándonos por el camino a ella, y nos tiramos en la cama, fue entonces que yo le saqué el brasier, y el calzón , hice lo mismo con los míos y comencé a besarla toda, sus tetas eran grandes, lindas, pasaba la punta de mi lengua por su pezón erecto y ella se revolvía en la cama, fui bajando, comencé a besar su vientre, y ella me ponía sus manos en mi cabeza, empujándola hacia abajo, abrió sus piernas, y prácticamente metió mi cabeza entre ellas, yo comencé a chupar, a chupar, a chupar, ella gemía y gemía, metía mi lengua en su vagina y sentía viscoso... pasaba mi lengua por su clítoris y sentía como se estremecía, comencé a meter un dedo en su vagina, la exploré, busqué sus puntos de placer, comencé a jalar humedad hacia su ano comencé a jugar ahí, ella solo me decía: así, así Lola, así, así Lola, le metí tres dedos en la vagina y comencé con el mete saca, sin cansarme, resbalaba completamente, estaba empapada, comencé a sentir como se contraía su vagina y teniendo los tres dedos adentro, los abrí, entonces ella pegó un grito de placer, se ve que le encantó. llegamos juntas al orgasmo sin yo tocarme, entonces le tocó su turno a ella, se ve que ella tenía mas experiencia que yo, me hizo llegar al orgasmo 5 veces más.

Desde entonces, siempre buscamos momentos para estar juntas, como pareja funcionamos muy bien, no hay celos, ella me tiene solo a mí, yo tengo a mi esposo y a ella, le cuento de mis aventuras con él y eso a ella le encanta.

Chicas lesbianas follando por primera vez

Hola muy buenas. Mi nombre es Vero y quiero contaros mi experiencia con mi mejor amiga.

Yo estudio en una universidad de pijos, y mis amigas y yo nos conocemos practicamente de toda la vida, sobre todo Patricia y yo.Eramos super amigas y lo compartiamos todo, nos lo contabamos todo y nos ayudabamos en todo.

Un dia me invito a dormir en su casa, los padres no estaban y sus hermanos estaban en un campamento.Ella me hizo la cena y yo la ayude.Cenamos en el salon, y yo llevaba mi top ajustado y mi mini cañera.

No eske me guste decirlo, pero yo era la tipica chica cañon,soy rubia ojos marrones mido 1.70 y mi cuerpo esta dotado, pechos del tamaño adecuado, culo hermoso y unas piernas bien bonitas.Mientras cenabamos ami se me veia el canalillo y me di cuenta de que patricia me lo estaba mirando, yo no pense mal "somos amigas sera normal" pense.

Terminamos de cenar y se levanto a recoger, mi amiga estaba bien rica, sus caderas sus pechos alzados, y su figura me hizo pensar en lo hermosa que era.Me gustaba.

-Te ayudo Patri- dije.


-Una chava tan linda no tiene que moverse, ademas estas en mi casa, yo recojo- me contesto.yo pensando para mi..¿porque abra dicho lo de chica tan linda? ¿le gustare? eso me alagaba.Me puse par dormir mi camison blanco transparente, y como dormiamos en el mismo cuarto pues ellame dislumbro y me dijo:

-Te sienta de puta madre ese camison-

-Gracias tu estas muy linda con el tuyo tambien-Ella llevaba uno malva con pespuntes y le hacia el pecho mas grande aun.Tenia unas tetas enormes,me daban ganas de cogerselos y comerselos, pero no podia..¡no con ella!

Nos hechamos en su cama porque no tenia mas y como era espaciosa pues estabamos las dos comodas.Hablando y tal me dijo que si la encontraba sexy

-Patricia ers muy linda, ha qe viene eso?

-Ella contesto.Por nada, solo te preguntaba.

-Y me beso la mejilla, pero sin kerer yo gire la cabeza y nos dimos un pico.

Silencio total.Yo pedi disculpas a la vez que ella. y nos reimosNos miramos y nos volvimos a besar, esta vez con lengua.Esos besos me hicieron mojarme y mi conejo estaba ardiendo.

Puse mi mano sobre su enorme teta y la sobe el pezon.Ella gemia.Se lo empece a subcionar y fui bajando por todo su cuerpo.

Me encantaba, llegue asta su pelvis, la quite su braga la levante el camison y vi su conejo, lleno de vello, tan largo me excitaba aun mas, y se lo empece a comer todo.Ella gemia y gemia y yo mas chupaba, yo le empece a meter losdedos en su concha y ella se agarraba y se sobaba sus enormes tetas.Note un tremendo calor y es cuando tubo su orgasmo, echo un grito tan grande..dios mio estaba a 100.

-Ahora me toca a mi-dijo ella.

Me agarro de las tetas y me las comio enteras.Me beso en la boca, en el cuello a tal punto de que estaba tan cachonda que iba a estallar, fue cuando de su cajon saco un vibrador y mientras me comia mi conejo rasuradito ella me lo metia en la boca.

-PENETRAME CON ESO TAN RICO-

salte totalmente cachonda. Ella me lo introdujo en mi cueva y mis gemidos invadian la habitacion.Me corri.Ella me comio todo el flujo y abrazadas nos kedamos dormidas.Aldia siguiente me dijo:

-Olvidemos lo de ayer por favor.

-Yo acepte.

Cuando llegaron los padres me dijeron ke tal habia pasado la noxe, yo dije muy bien e dormido fantasticamente.

Patricia y su madre salieron a la ciudad de compras y yo mekede en su casa con el padre.Yo llevaba mi camison, (el mismo con el ke patri se puso como una fiera) y el padre (roberto) no dejaba de mirarme los pechos.Ese tio me ponia, pase al grano y le dije:

-Me estas mirando las tetas?Bajo la mirada.

-Si, lo siento.-no importa, te dejo tocarmelas si quieres-

conteste.El me agarro dela cintura y mebeso, y acto seguido note su dura polla frente a mi pelvis, me sobaba las tetas de una forma....yo staba tan caliente ke le dije:

-Kiero ke me folles.

El saco su polla tan dura se bajo los pantalones y se sento en el sofa, yo me subi encima de el y le cabalgaba, tenia una tremenda polla y estabamos a cien.Me cogio las tetas y yo saltaba cada vez mas encima de el .Le dije:

kiero comer polla dejame- se la empece a marmar de una forma salvaje y a agitarsela asta correrse.Yo le dije, azme correrme.

el me introdujo sus dedos en mi vagina y comenzco a apretarme arriba y abajo, como me gustaba eso, senti ke mi coño ardia de placer y vi como se volvia a empalmar.Yo le suplike ke me diera x el culo y el me puso a 4 patas.Me la metio dspacito.Yo yatenia el culo abierto asi ke le meti prisa y al instante me bombeaba de una manera impresionante.yo me tocaba el clitoris, por sus gemidos el se estaba corriendo y note su leche en mi interior.Me puso boca arriba y me comio todo mi conejo, yo estalle y tube un orgasmo increible.

LE Dije que porfavoresto acabase ke me llevaba muy bien con su hija no keria acabar mal.

-el acepto. ¡por supuesto y yo tengo mujer e hijos!Desde ese dia miro con deseo a patri y a su padre.Patricia y yo lo volvimos a hacer un parde veces mas, pero no fue lo mismo este dia no se me olvidara jamas.2 POLVOS IMPRESIONANTES!!

Morenaza increible. La vez que tuve mi primera experiencia lésbica.

LA MORENAZA La vez que tuve mi primera experiencia lésbica.

Era una tarde de verano caluroso en mi ciudad de playas de río. Tomé mi bolsito con el bronceador y otras cosillas. Sobre la bikini me calcé una pollera corta, una camiseta y partí hacia la ribera del río buscando disfrutar de la playa y el buen sol. Había bastante gente y busqué un lugar libre donde tiré mi loneta, me quedé en malla y me acosté al sol, previo embardunamiento de bronceador. Saqué un libro que me había llevado como compañía y me puse a leer.

Una hora después abandoné la lectura y me senté a ver el panorama. Había de todo: chicas bonitas, algunos ejemplares masculinos interesantes y… de repente a pocos metros de mí se puso de pie una morocha que realmente llamaba la atención por su cuerpazo más allá de que llevaba un embarazo muy avanzado. Pero aún embarazada y panzona conservaba una elegancia y un porte de mujer que realmente me impactaron. Me debo haber quedado medio boba mirándola porque de pronto noté que me sonrió como futura mamá orgullosa de su panzota. Le devolví la sonrisa y tomé mi libro como para disimular cierta turbación que me invadió, en tanto volvía a la charla con otra mujer, seguro una amiga que estaba junto a ella.

Al poco rato la otra se despidió, tomó sus cosas y se marchó. Entonces me asaltaron unas ganas bárbaras de entablar una conversación con la morena y en cuanto tuve ocasión le pregunté de cuanto tiempo llevaba de embarazo a lo que me respondió que siete meses. Como estaba algo lejos salió de ella la invitación para que me acercara y así lo hice. Ella estaba sentada en una reposera y yo me senté en la arena a su lado. Enseguida nos pusimos de charla y me dijo que no lo estaba pasando nada bien con su embarazo y el calor, que su marido trabajaba en un barco pesquero y hacía ya tres meses que no venía, pero seguro desembarcaría pronto para estar durante el parto. Pasaron como dos horas de “cháchara” hasta que me dijo que era hora de irse y si no quería que me acercara hacia algún lado ya que estaba con su coche. Yo le dije que si gustosa y caímos en que vivía en idéntico sentido que yo, solo que mi casa estaba bastante más lejos de la suya. Cuando nos acercamos a su casa me preguntó si no quería que me llevara hasta mi domicilio, pero le contesté que no se molestara, que caminaría y me tomaría de paso alguna bebida por camino ya que estaba sedienta. Entonces me respondió que por qué no bajaba y nos tomábamos algo en su casa a lo que acepté. Me di cuenta que con ella tenía el “si fácil” y es que verdaderamente me había impactado desde que la vi y me despertaba algo indefinido, pero que se parecía bastante a la excitación.

Nos instalamos en la sala, con sendas gaseosas y el aire acondicionado a full. Y además seguíamos encontrando tema de conversación.

-Supongo que extrañarás a tu marido… su compañía ya que es el primer hijo que esperan, le dije.

-Si, claro, pero además y en confianza… tres meses es ya bastante tiempo sin sexo.Yo me debo haber puesto colorada porque ella sonrió y me dijo:

-Perdona que sea franca, pero no tuve intención de ponerte incómoda…

-No para nada, comprendo… solo que yo como soltera y sin novio no llevo un ritmo de encuentros sexuales como el que seguro lleva una mujer casada como vos…

-Si, pero más allá de eso te digo que cuando mi embarazo avanzó, mi marido perdió un poco de interés o al menos sentí que distanciaba sus acercamientos. El dice que no tiene nada que ver con mis formas… solo que teme hacerme daño… ¿Y vos? Novio no tendrás, pero no te faltarán pretendientes o alguien que te haga pasar un buen momento. Sos muy linda.

-Gracias y la verdad es que no te digo que sea una monja de clausura, pero bueno, tampoco me “engancho” con el que se cruce… Y te digo que hoy por hoy llevo un período de “sequía” algo más largo que el tuyo.

-Bueno, ya no te va a faltar oportunidad. ¿Me disculpas si te dejo un ratito para darme una ducha?… es que estoy llena de arena y me siento molesta.

-No, para nada, andá tranquila.

Se fue a bañar y yo me quedé ahora sí directamente excitada por la charla que habíamos tenido. Nunca me había acostado con una mujer, pero desde que la observé en la playa me había despertado cosas que ni yo sabía habitaban mi interior.

Volvió bien refrescada, con el pelo mojado y apenas una bata atada a la cintura que permitía ver gran parte de sus impresionantes pechos. Ya se había hecho de noche sin darme cuenta y le dije que era momento de marcharme.

-¿No querés acompañarme a cenar?

- Es que me esperaran seguramente en mi casa.

-Avisá por teléfono…

-Bueno.Llamé y mi madre no entendía mucho eso de que estuviera en casa de una amiga recién conocida y que me quedaría a cenar… creo no me creyó demasiado, pero tampoco me importó mucho.

Marisa, así se llamaba la “morenaza”, cocinó algo rápido y pronto estuvimos cenando y conversando cada vez más confiadas una de la otra. Era evidente que no solo a mí me agradaba su compañía sino que ella también se encontraba muy a gusto conmigo. Después de cenar nos sentamos en la sala y ya los temas de conversación pasaron directamente a lo relativo al sexo. Las dos estábamos necesitadas de ello y lo vertíamos en nuestra charla. Se fue haciendo tarde y…

-¿No te quedarías a dormir aquí? Hace tanto que estoy sola que mal no me vendría sentirme acompañada.

Y otra vez al teléfono y ya directamente le tuve que terminar cortando a mi madre que estaba segura de que yo estaba en cualquier otro lado menos donde decía.

-¿No tenés alguna ropa para prestarme así me puedo dar un baño y cambiarme?, le pregunté.

-Claro, andá a la ducha que ya te alcanzo algo.Cuando ya me estaba bañando entró y me dijo:

-Aquí te dejo algo, espero no te quede muy grande.Al terminar salí de la ducha y me encontré sobre una banqueta un elegante pijama… masculino y nada más.

Me lo puse y al entrar en la sala ella sonrió diciéndome que era lo más cómodo que tenía para ofrecerme. Yo no dije nada y también reí divertida preguntándole que diría su marido si me viera como su pijama.

-Nada porque no se va a enterar me dijo. ¿Nos acostamos? Vení conmigo… nuestra cama es inmensa y además en la habitación que estamos preparando para el bebé no hay aire acondicionado.

Ya en su dormitorio me indicó la cama y allí fui mientras ella se cambiaba. Dejó caer la bata al suelo para tomar del ropero un “baby doll” del estilo futura mamá. Lo hizo sin prisa de espaldas a mí. Allí pude tomar verdadera magnitud de su cuerpo. Era muy alta y su cola, a pesar del embarazo, guardaba las formas. Una espalda que al final se curvaba para partirse en dos nalgas poderosas y ese pelo negro rozándole los hombros… Era espléndida.

Después se vino a acostar junto a mí y solo dejó encendida una tenue lámpara en un rincón de la amplia habitación. Lentamente se recostó boca arriba. El “baby doll” se entreabrió dejando escapar su panzota de piel morena. Bajo las transparencias de la prendas se notaban claramente las areolas con que se remataban sus enormes tetas de hembra preñada. Sentí en ese justo momento una mezcla de ternura y deseo increíbles. Se volvió hacia mí y acarició con el reverso de su mano la tela del pijama por sobre mi panza y me sonrió tiernamente.

-¿Significa algo especial el que me hayas dado a poner esto?

-Puede ser…

-Mirá… quiero decirte que nunca tuve nada cono ninguna mujer, no soy lesbiana, pero desde que te vi esta tarde en la playa me has despertado cosas que no llego a entender, no sé que me pasa con vos, pero creo que de alguna forma te deseo…

Su respuesta no fue en palabras. Tomó mi cara con sus manos y me besó con una dulzura hasta allí desconocida para mí. Yo solo cerré los ojos y la dejé hacer. Me volvió a besar y me siguió besando hasta que todo mi cuerpo entró en ebullición. Mis tetitas de pronto se pusieron alerta y sensibles. Mi sexo empezó a humedecerse. Mi boca se dejaba recorrer por aquellos labios carnosos y esa lengua que no sabía de límites…

-Desnúdame… me pidió y parsimoniosamente le quité la escasa ropa que llevaba. Sentada en la cama recorrí con mis manos su cuello, sus tetas impactantes hasta llegar a la mata de vellos que cubría el pubis casi oculto bajo su barriga. Ella suspiraba. Me acerqué para besar suavemente sus pechos, mi lengua los recorrió una y otra vez hasta que mis labios se estacionaron un rato en cada uno para chuparlos como tratando de saciar un hambre que no lograba reconocer. Besé una y otra vez su panza a la vez que la acariciaba con todo lo que abarcaban mis manos. Marisa para entonces se retorcía en el lecho y murmuraba cosas que no llegaba a entender, pero que aumentaban mi deseo. Palpé su vulva y entonces oí claramente:

-Si… así… tócame ahí…

Me quité el pijama y moviéndome despaciosamente me instalé entre sus piernas entreabiertas para poder ver bien su sexo que ya por entonces chorreaba jugos que fluían incesantes de su interior.

Separé el matorral de pelitos y dejé al descubierto su concha maravillosa, de labios hinchados y tan rojos que se me antojaron rodajas de una jugosa sandía que pronto me estaría comiendo. Acerqué mi cara a ella y extendiendo la lengua la lamí hasta hacerla estremecer. A golpes de lengua fui abriendo su sabrosa concha y paladeando ese néctar que no paraba de emanar de sus entrañas. Ella abrió bien las piernas y le coloqué un almohadón debajo de la cola. Así no solo le lamí los jugos de su sexo sino además los que se habían deslizado empapando su culito. Lamí, chupé y palpé hasta que Marisa lanzó un largo suspiro, su corpazo se tensó y se vació en un orgasmo indescriptible.

Después se aflojó toda y quedó despatarrada en la cama transmitiendo en su rostro toda la paz y el desahogo que de golpe la había invadido.

-Gracias bebé, estuviste maravillosa. Déjame descansar que esto no terminó.

Quiero más y quiero darte a vos también lo que te mereces.Y claro que la cosa no terminó allí. Que va. Nos pasamos gran parte de la noche cogiendo de todas las formas posibles. Me demostró que era una experta mamándome la “chuchita” y me hizo acabar una y otra vez. Ella acomodaba su cuerpo y su panzota como podía para recibir mis caricias y mis incansables chupadas. Se puso en cuatro patas, con su enorme vientre y sus ubres colgando para que yo me paseara a su alrededor chupeteándola toda. Acostada debajo le mamé nuevamente las tetas y luego, poniéndome detrás me entretuve en lamerle la concha de bordes carnosos y saltones que era como un manantial inagotable de íntimos flujos.

Suavecito, suavecito le fui pajeando la concha con mi dedito mayor en tanto mi lengua embravecida le chupaba y penetraba el culo hasta donde le era posible. Así logré su segundo gran orgasmo y el que terminó (por esa noche) de dejarla satisfecha y agotada. Así fue mi primera experiencia lésbica y créanme que la disfruté hasta lo indecible. Y no fue la última.

Inocente y virgen

Hace unos años me trasladé junto con mi marido al levante español, donde habíamos comprado una nueva casa, ya que mi marido había conseguido un nuevo trabajo de gran responsabilidad. La casa, mejor dicho el chalet, estaba pareado al del jefe de mi marido, con el que habíamos entablado una gran amistad y que nos había ayudado para conseguirla a buen precio.

Teníamos una vistas preciosas, veíamos la playa y en la parte de atrás compartíamos una piscina y un pequeño jardín. Nosotros todavía no teníamos hijos pero ellos si, un chico y una chica de 18 y 19 años respectivamente.

Los fines de semana solíamos comer juntos y lo pasábamos genial en la piscina, cuando el tiempo lo permitía. Aunque por regla general yo me bajaba a la playa por la tardes, mientras que mi marido, Tomás, y su jefe, Don Julio, se quedaban hablando de negocios y la mujer de Julio, Ana, solía echarse la siesta.

Era una familia muy unida y divertida, aunque bastante tradicional. Don Julio y Ana eran muy conservadores y aunque nos lo pasábamos bien yo acababa siempre hablando con sus hijos, que aunque habían heredado todas las características de sus padres eran bastante más abiertos que ellos.

Una noche que cenamos en su casa recuerdo que Jaime, el hijo de Don Julio, no dejaba de mirarme las piernas, me había puesto una minifalda y aquello parecía tenerle distraído. Al principio me sentí algo incómoda, pero creo que el efecto del vino me hizo desinhibirme y ser más descarada. Busque la ocasión, para "distraídamente" enseñarle un poco más y me abrí de piernas hasta donde me permitía la falda. Supongo que lo que vio le debió gustar mucho porque clavó sus ojos en mi entrepierna durante unos segundos y a continuación se ruborizó y cambio su mirada.

Mis braguitas blancas seguro que resplandecieron ante sus ojos, fue divertido y decidí ver hasta donde era capaz de llegar en su osadía, eso si, siempre teniendo cuidado de que nadie más se diera cuenta.

Volví a enseñarle un par de veces más, la blancura de mis braguitas hasta que decidí ir más allá. Me levante y me fui al baño, no me lo pensé, me quité las braguitas y las guardé en el bolso.

Volví al salón y continué con el juego, algún que otro descuido y los ojos de Jaime se dirigían al mismo lugar constantemente. Supongo que pudo apreciar nada, pero seguro que se preguntaba donde estaban mis braguitas.

Así estuvimos hasta que decidimos irnos a dormir y entonces fui yo la que me fije que Jaime no sacaba la mano del bolsillo, seguro que estaba tapando su erección. Me hubiera gustado ver como acababa Jaime la noche en su cama y se masturbaba pensando en mi, pero eso era casi imposible.

Aquella noche Tomás y yo follamos como locos, yo estaba muy excitada y mientras Tomás me hacía el amor no dejaba de pensar en Jaime, sus 18 años, su juventud y sus hormonas en constante ebullición. Desde ese día algo cambió dentro de mi.

Empecé a ver en Jaime de manera muy distinta, cada vez que estábamos en la piscina o que estábamos juntos me fijaba en su manera de mirarme, sin duda le atraía físicamente, cosa por otro lado normal.

Casi al mismo tiempo me fijé en su hermana, Clara, con sus 19 años y parecía que tenía 50, vestía igual que su madre, no era nada provocativa y la verdad es que tenía un buen cuerpo.

Empecé a intimar más con Clara, hablábamos mucho y decidí utilizarla para provocar aún más a su hermano. Primero la convencí para bajar conmigo a la playa y la utilice a ella para que Jaime también bajara.

A mi me encanta hacer topless, siempre lo he hecho, pero no quería hacerlo delante de nuestras casas y le pregunté a Clara si conocía algún sitio más reservado. Me preguntó para que y cuando se lo dije, sus ojos se abrieron, se sorprendió de aquello y le dije que para mi era algo normal. Le pregunté si a ella le importaba y me dijo que no. A continuación le dije si a su hermano le importaría, se encogió de hombros, y le dije que esa noche se lo preguntara y me lo dijera al día siguiente.

Al día siguiente me dijo que, como yo pensaba, a Jaime no le importaba, ¿como le iba a importar? lo estaría deseando!!! y me llevó a una pequeña cala.

Cuando llegamos no había prácticamente nadie, extendimos la toallas, le pedí que me diera crema y cuando estaba segura que Jaime estaba mirando me quede en topless. Me quedé de pie unos segundos para que Jaime pudiera ver perfectamente mis tetas a su antojo y luego me tumbé al sol.

Al principio parecían cortados, les dejé que se acostumbraran a verme así, la educación y cultura que les habían dado sus padres no les permitía ver con agrado este tipo de "libertades". En el fondo no podía creer que a estas alturas de la vida todavía pasaran estas cosas.

Le pedí a Clara que se bañara conmigo y nos fuimos, dejando a Jaime tumbado boca abajo, como no podía ser de otra forma. Aquel chico era pura dinamita.

Cuando estábamos en el agua le dije a Clara que era una sensación maravillosa bañarse en topless. Ella solo se reía, esperaba que ella misma tomara la iniciativa, pero no había manera. Tuve que decírselo directamente: - Por que no lo pruebas? -pregunté.

- No se....

- Venga, no seas tonta, date la vuelta y bájate el bañador hasta la cintura, y nos vamos hasta que el agua nos llegue al cuello.

Llevaba un bañador realmente horrible, que le tapaba absolutamente todo, pero parecía que estaba dispuesta a probar. Nos fuimos un poco más profundo y se bajo el bañador hasta la cintura.

- ¿Ves como no pasa nada? ¿A que estás mejor así? Libre, bueno no del todo...

- Si la verdad es que es distinto -me dijo.

Vi sus tetitas a través del agua, no las tenía muy grandes pero pude ver a través del agua sus pezones erectos, como los míos, a causa del contacto con el agua.

- ¿Te atreves a algo más? -le dije - ¿que? - Venga mujer, vamos a bañarnos desnudas, verás que sensación.

Y me quité el bañador delante de ella quedando desnuda en el agua. Buscaba que ella hiciera lo mismo...y lo hizo. Le costó un poco pero se quitó el bañador y quedó completamente desnuda. Había conseguido que confiara en mi y se desnudara completamente, quien se lo iba a decir hace tan solo unos minutos.

Nos estuvimos bañando un buen rato así, me gustaba verla desnuda, ver su coñito negro a través del agua, que aunque no podía apreciarlo con claridad parecía tener una muy abundante mata de pelo. Estuvimos un buen rato hasta que decidimos salir, ya con los bañadores y bikinis en su sitio.

Fue divertido, y eso me hizo ganar mucha confianza, empecé a hablar con ella y a preguntarle cosas más personales. Me habló de su vida amorosa, aunque había poco que contar. También le pregunté por su hermano y me contó que tampoco parecía tener mucha vida social, era muy introvertido.

Cuando nos íbamos le dije que no me importaba que le contara a su hermano lo que habíamos hecho pero que en ningún caso debía decírselo a sus padres o a mi marido, me daba miedo su reacción.

Lo que realmente buscaba era que le contara a Jaime nuestra experiencia en el agua, seguro que le excitaba un montón, y eso era precisamente lo que yo buscaba.

Al día siguiente bajamos de nuevo a la playa y le pregunté a Clara si le gustaría volver a repetirlo y si le había contado algo a su hermano. Se puso un poco roja y me dijo que si, que se lo había dicho, y que por supuesto que le gustaría volver a hacerlo. Mientras nos volvíamos a bañar desnudas le dije que debería cambiar de bañador, comprarse un bikini y enseñar más cuerpo, que lo tenía muy bonito.

Jaime nos miraba desde la playa sabiendo que estábamos desnudas y yo le saludaba con la mano, buscando que intentara acercarse, pero no hubo forma y yo no quería forzar la situación.

Esa misma tarde Clara fue a comprar un bikini y me llamó por teléfono para que fuera a su casa porque tenía un problema.

Cuando llegué me llevó a su habitación y se quitó la bata que tenía puesta.Normal, era normal, los pelos de su coñito aparecían por todos lados con ese bikini que se había comprado. Seguro que nunca se había depilado no recortado su coñito.

- Ves? -me dijo- ¿Que hago? - Pues es evidente, ¿no? tienes que depilarte y rasurarte.

Puso cara de no saber que ni como hacerlo y la entendí perfectamente.

- Venga, cierra la puerta, desnúdate y túmbate en la cama -le dije.

Cerró al puerta pero se quedó pensativa...- ¿Quieres que te enseñe o no?

Además recuerda que ya te he visto desnuda.- Si -balbuceó-.

Se desnudó del todo, y se tumbó en la cama, me acerqué a su tocador.-

Vaya aquí no tienes lo que necesito. ¿Por qué no le pides a tu hermano una maquinilla de afeitar?

Se puso la bata y se fue a la habitación de su hermano, fui con ella, entró la habitación y me quedé fuera escuchando las absurdas explicaciones que le estaba dando para la utilización de la maquinilla, explicaciones que por supuesto Jaime no se creyó.

Salió con la maquinilla y volvimos a su habitación. Se quitó la bata y se tumbó de nuevo en la cama, sin decirle nada. Parecía que ya se iba acostumbrando a la situación.

- Bueno, -le dije- ahora tienes que abrirte un poco de piernas y dejarme que te toque.

Tenía aquel coñito a escasos centímetros de mi, me acerqué y cuando la toqué por primera vez noté como se estremecía, estaba algo nerviosa.

- ¿Puedo hacerte una pregunta muy personal? - Si -me contestó.-

¿Alguna vez alguien te ha tocado aquí? - Bueno, una vez con un novio que tuve intentó...

- Vamos, que no -la interrumpí.

Y me lo confirmó con la cabeza.

- Pues creo que ya va siendo hora, no?

Y de nuevo confirmó con la cabeza.

- Venga, vamos a lo nuestro. ¿Quieres que te lo recorte mucho? - Como tú quieras -me dijo- eres la experta

Le fui afeitando un poco por los laterales y rasurando el resto, la verdad es que tenía una mata de pelo abundante, nunca había visto nada así, ni en la universidad, el gimnasio o las playas nudistas que frecuentaba. Le pregunté también si quería que le dejara los labios bien rasurados y la muy ingenua me preguntó para qué.

- Pues para que te coman mejor el coño -le dije- pero claro tú aún no sabes que es eso.

Se puso un poco roja y yo quería ver hasta donde era capaz de aguantar...

- Pero supongo que si te masturbaras, o tampoco.

No dijo nada, estaba bastante cortada.

- Venga Clara, tenemos confianza, ¿no? ¿Te masturbas o no?

Me dio una respuesta tan vaga que de nuevo entendí que no lo hacía o lo hacía muy de vez en cuando.

- Vale, pero ¿sabes que es un orgasmo? ¿no? - Si, claro.

- Claro que no cielo, me parece que todavía no sabes que es el sexo. A tu edad yo ya era una experta.

- Enséñame -me dijo-, quiero ser como tú.

Aquello me dejo helada.

- ¿como has dicho? - Que me enseñes, tú eres una mujer de mundo y yo no he vivido nada, bañarme desnuda a tu lado y rasurarme el coño es lo más excitante que he hecho en mi vida y ha sido gracias a ti.

- Clara, no se si...

- Por favor, enséñame...no se lo diré a nadie.

Acepté, sin duda sería una oportunidad genial para acercarme más a Jaime.Le dije que si siempre que aceptara hacer todo lo que yo quisiera y que una vez hubiéramos acabado nadie lo sabría nunca. Aceptó.

Llamaron a la puerta para avisarnos que era la hora de cenar, aquel día cenábamos en su casa y con tanta conversación se nos había olvidado.

- Venga vístete y bajamos a cenar -le dije- pero ponte una falda.

No perdí detalle de como se vestía, sus braguitas, el sujetador, la falda, la blusa, los zapatos...Cuando estuvo vestida le dije:

- Bien ahora tu primera prueba y enseñanza, quítate las bragas, hoy vas a cenar sin bragas y solo lo sabremos tú y yo.

Accedió y se quitó las bragas, le di un azote en el culo y le dije, verás como te gusta.

Durante toda la cena nos intercambiábamos miradas y sonrisas cómplices. En un momento que estaba sola con mi marido le dije:

- Tomás, ¿no ves muy cambiada a Clara? - Si, la verdad es que si.

- Pues fíjate bien, porque creo que la muy descarada no lleva bragas...

Mi marido estuvo toda la cena intentado descubrir aquel misterio. Yo tenía que sacar beneficio de todo aquello y esa noche mi marido me follo como un salvaje, estuvo toda la noche excitadísimo imaginando que Clara no llevaba bragas, le conozco y se que eso lo pone cachondísimo.

Al día siguiente le pregunté de nuevo a Clara que había sentido al estar sin bragas toda la noche, me dijo que le había gustado, que se sintió muy excitada y que todavía lo estaba.

Le pregunté descaradamente si se había masturbado y me dijo que no. Que su madre le había dicho que eso era malo para la salud y que no debía hacerlo. Fuimos a su habitación de nuevo y le dije que se desnudara, tuve que repetírselo:

- Vamos, desnúdate, ¿que esperas?

- ¿Para que?

- Porque te vas a masturbar ahora mismo...

- Pero...

- Venga.

Me hizo caso y se desnudó, se tumbó en la cama. Estaba completamente rígida.

- Venga ahora chúpate un dedo y tócate...

Se llevó un dedo a la boca y se empezó a tocar muy toscamente. No se que me pasó por la cabeza pero le dije:

- Mira, aprende como se hace.

Me desnudé delante de ella y me tumbé a su lado, me lleve un dedo a la boca y me abrí de piernas. Empecé a masturbarme delante de ella...nunca había tenido una experiencia lésbica, pero aquello parecía ser el principio

- ¿Ves como se hace? -le dije suavemente

- dame tu dedoMe acerqué su mano a mi boca y le chupé el dedo corazón.

- Ahora tú...tócame.

Le llevé la mano hasta mi caliente y húmedo coñito y me lo empezó a tocar.Era la primera vez que otra mujer tocaba mi más preciado tesoro pero aquella chica, tan inocente y virginal era tan delicada y tierna que no podía desperdiciar aquella ocasión.

Después de corregir sus iniciales y torpes movimientos entendió perfectamente donde debía dirigir sus caricias y la deje sola mientras mis manos buscaban sus pechos y sus erectos pezones. Mientras ella me masturbaba, yo acariciaba su cuerpo, sus pechos, y bajé mis manos hasta su coñito, aquel delicado coñito que solo un día antes había rasurado ahora era para mi. Abrí sus labios e introduje un dedo en su caliente y húmeda rajita. Busqué su clítoris y se lo empecé a tocar. Empezó a gemir mientras me devolvía el placer que yo la proporcionaba, pero yo necesitaba más. Necesitaba bajar mi boca hasta la fuente de su placer y hacer inolvidable aquella primera vez para ella y para mi. Me situé entre sus piernas y empecé a recorrer con mi lengua todo su coñito, la primera que le pasé la lengua por el clítoris se estremeció.

Saboreé sus flujos y me dediqué a hacerla disfrutar, quería que se corriera en mi boca, que se acordara siempre de mi, la mujer que la hizo disfrutar por primera vez. Pero estaba tan excitada que necesitaba alguna atención.

Mi giré y montamos un perfecto 69 su boca se posó sobre mi coñito e imitó los movimientos que yo hacía, estábamos perfectamente unidas, las dos solas, dándonos placer mutuamente. Empezó a gemir y dejó de darme placer, sabía que se estaba corriendo, su primer orgasmo. Se corrió en mi boca, sentía como todos los músculos de su contraían para recibir aquel salvaje impulso que nos hace morir de placer.

Se fue relajando poco a poco y volvió a darme placer, ahora era yo la que necesitaba acabar, estaba muy caliente y aquella chica tenía la obligación de devolverme todo lo que yo le había dado.

Me tumbé a su lado y le hice que su cara se introdujera entre mis flexionadas piernas, no tuve que decirle nada, lo entendió todo. Le agarré del pelo y empecé a mover mis caderas a su ritmo.

Solo unos instantes después me corría en su boca, seguro que aquello tampoco lo olvidaría: la primera mujer que se corrió en su boca.

Quedamos las dos tendidas sobre la cama acariciándonos, se puso a mi altura y nos besamos, había sido maravilloso. No hablamos durante ese tiempo, solo jugábamos cada una con el cuerpo de la otra, nos explorábamos mutuamente.

Me levanté y me vestí, le di un beso en la boca y me marché a mi casa.

Esa noche no pude dormir, pensaba en lo sucedido, era algo maravilloso, pero tampoco me quitaba de la cabeza a Jaime. En mi mente las imágenes se sucedían e imaginaba algún plan para que Jaime pudiera ser mío, ¿podría tener a los dos hermanos para mi sola?

Viernes caliente entre amigas

Era viernes. Hacía mucho tiempo que no nos juntábamos todas las amigas y llevábamos tiempo organizándolo. El viernes fue el día elegido ya que una de mis amigas tenía la casa libre todo el fin de semana y como hacíamos antes, decidimos ir a dormir a su casa.

Nada más llegar, comenzamos a preparar la cena entre todas. Hicimos un par de tortillas de patata, un par de ensaladas y preparamos distintos aperitivos para picar. Todo fue acompañado de vino y sidra. Ya con el café, comenzamos con los combinados. Algunas bebíamos vodka con naranja y otras, ron con coca-cola.

Decidimos salir de fiesta puesto que teníamos "cuerpo golfo"; como decimos cuando tenemos ganas de fiesta. Antes de salir, a una amiga se le ocurrió grabar la película porno que echaban en Canal +. Era algo que ya habíamos hecho otras veces así que lo pusimos a grabar por curiosidad.La noche fue genial. Disfrutamos muchísimo haciendo el payaso por los bares. Hacía mucho tiempo que no salíamos juntas y se notaba que todas lo echábamos de menos.

Hacia las cinco de la mañana, algunas decidimos volver a casa. Cuando llegamos, estábamos ya muy bebidas y algunas se fueron directamente a dormir. Nos quedamos tres amigas. Aprovechamos para ver la película grabada. Una de mis amigas me pidió que le diera un masaje. Resultaba normal entre nosotras darnos masajes así que nos colocamos en el suelo y me subí encima de ella que estaba de espaldas, rodeándole con las piernas. Mi otra amiga se sentó en el sofá que se encontraba detrás y se apoderó del mando. Puso la película porno y yo comencé a subirle la camiseta a mi amiga. Ella me facilitó la tarea y me dijo que le soltara el sujetador. Lo había hecho mil veces pero no sé por qué razón, esta vez estaba nerviosa. La situación era extraña. Yo dándole un masaje a mi amiga mientras veíamos una película porno de lesbianas. Y además completamente borrachas. Llevaba un sujetador muy original. Era de diferentes colores a rayas. Le solté el sujetador y ella se lo quitó completamente; le debía molestar. Al quitárselo enseñó el pecho. Lo tenía muy bonito. Sus pezoncitos eran rositas a diferencia de los míos. No eran muy grandes aunque tampoco eran pequeñas. Entraban bien en la mano.

Continué con el masaje. Tenía la piel blanca y muy suave. Tenía una figura bastante estilizada; se le marcaba la cintura. Me llamó la atención las pecas que tenía pues nunca me había fijado en ellas. La película comenzó fuerte desde el principio. Comenzó con dos amigas que se encontraban y disfrutaban del sexo conjuntamente. La primera escena fue un lésbico entre ellas utilizando diferentes juguetes. He de confesar que yo tengo algunos juguetes con los que disfruto muchísimo. Las escenas variaban de lugar; en un bar, en un sex shop, en una fiesta,... también se incorporaban personas en las escenas.

Yo me estaba excitando mucho. Continuaba masajeando a mi amiga sin quitar la vista del televisor. Mi excitación aumentaba cada minuto. Sin darme cuenta, comencé a moverme encima de mi amiga mientras le acariciaba la espalda. Todo muy sigilosamente, claro. Mi amiga no se daba cuenta. El movimiento de cadera era muy sutil pero muy eficaz. El roce cada vez me excitaba más. La película iba subiendo cada vez más de tono y yo mientras, intentaba disimular el movimiento y por supuesto, la excitación. Mis manos se deslizaban debajo de la cintura atravesando las braguitas blancas que llevaba mi amiga.

Sin darme cuenta, estaba fuera de mí. En la película estaban las dos amigas disfrutando de toda su sexualidad y yo dejaba correr mi imaginación mientras la masajeaba. Las manos se me deslizaban por los costados acercándome cada vez más al pecho que ya conocía a la perfección. Lo extraño de todo era que me había duchado muchas veces con mis amigas y nunca se me pasó por la imaginación que me pudiera excitar una situación como la que se planteaba. Estoy convencida que la película tuvo mucho que ver en mi excitación ya que las uso mucho para autocomplacerme. El alcohol también tuvo mucho que ver en mi desinhibición. La cuestión es que yo estaba disfrutando mucho de la situación. Mis movimientos eran muy sigilosos y mis manos, por los suspiros de mi amiga, muy habilidosas.

De repente, fui consciente de la presencia de mi otra amiga. Se me había olvidado por completo que se encontraba allí. La verdad es que no había hablado durante todo ese rato. Ese instante hizo que volviera a la realidad. Dejé de moverme y paré el masaje diciendo que ya era suficiente. No creí que se hubiesen dado cuenta de nada o por lo menos no la que recibió el masaje. Nadie habló de aquello y nos incorporamos al sillón.

Comenzamos una conversación sobre la película que empezó a desvariar. Empezamos a contarnos experiencias sexuales y el alcohol hizo que surgieran confesiones alucinantes. A mí se me soltó la lengua y les relaté lo que os conté a vosotros; lo del amigo de mi novio. Aquel famoso cunnilingus causó estragos en mis amigas. Se quedaron anonadadas y me hicieron mil preguntas.

Después de ver la película (a medias), decidimos irnos a dormir, no antes de bebernos la última copa.

Había camas para todas. La casa es muy grande; tiene dos pisos. Ya estaban algunas amigas durmiendo así que fuimos a otra habitación. Había una cama de matrimonio así que pensamos en dormir dos en una misma cama. La del masaje dijo que se quedaba en el sofá esperando a las otras amigas que aún no habían vuelto.

Nos dimos las buenas noches y mi amiga y yo nos metimos en la habitación. Estaba la calefacción encendida y hacía calor, con lo que me quité la falda que llevaba puesta y me quedé en tanga. Llevaba un tanga negro con puntilla y una camiseta blanca sin sujetador (ya me lo había quitado en el sofá). Se me transparentaban los pezones oscuros que estaban completamente empitonados. No me daba vergüenza ya que nos habíamos visto desnudas millones de veces. Ella llevaba un camisón corto con el que se le veían las braguitas. Eran completamente blancas y de ellas se asomaba el culito que lo tenía completamente duro gracias al deporte que practicaba. Habíamos dormido muchas veces juntas así que no era nada extraña la situación. Nos metimos en la cama y apagamos la luz después de darnos las buenas noches.

De ahí a un rato, que no sé cuanto pudo ser porque yo ya estaba muy adormecida, sentí unos dedos rozando mi piel. Pensé que estaba soñando y tardé un rato en reaccionar. Cuando fui consciente de lo que pasaba, la mano ya estaba muy cerca del pecho y me asusté un poco. Ahí me despejé completamente y empecé a comprender lo que sucedía. Mi amiga me estaba rozando con la mano consciente o inconscientemente. No podía pensar que lo hiciera queriendo, así que le dije que se despertara, pensando que estaba dormida. De pronto ella dijo que estaba despierta. Fue lo único que dijo mientras su mano llegaba a mi pecho derecho. Agarró la teta con la mano extendida y la apretó varias veces mientras acercaba la otra mano hacia mi piel.

Yo me encontraba paralizada. No podía reaccionar. Su respuesta me dejó inmóvil.

Su segunda mano descendió por mi cuerpo. Me rozó los muslos mientras me pellizcaba el pezón. Mis músculos comenzaron a relajarse y mi mente comenzaba a funcionar muy lentamente. Sus manos eran muy habilidosas y excitantes.

Me comentó que había estado observando el masaje y que se había calentado mucho conmigo. La situación le pareció increíblemente morbosa y me confesó que desde el principio del masaje me había estado observando mientras se masturbaba. Me quedé helada. Esto ya había llegado muy lejos. Con toda esta información, me subió el vodka a la cabeza y me confundió más de lo que ya estaba.

Mi amiga continuó tocándome y la mano se deslizó por el tanga hacia mi coñito depiladito. Eso hizo saltar a mis pezoncitos. Tengo que decir que ellos son independientes a mí. Aunque yo no quiera, si estoy excitada, ellos se endurecen y se contraen en forma ovalada. Siempre me delatan.

Mi amiga no desaprovechó ocasión y comenzó a reírse. Me dijo que no hacía falta que dijera nada pues los pezones lo habían hecho por mí. Ella era consciente que aunque aún no reaccionaba del todo, estaba excitada y que podría llegar a excitarme mucho más. Me dijo que me relajara que no iba a hacer nada que no quisiera y que tampoco iba a salir el secreto de esa habitación.

Yo ya no pensaba en nada. Me encontraba un poco mareada y a la vez, tremendamente excitada. Esa mezcla hacia que pareciese casi irreal. Parecía un sueño. Un sueño realmente maravilloso. Me tenía totalmente vencida con sus caricias. Los dedos hacían su trabajo rozando a la vez los labios y el clítoris. Se deslizaban sin dificultad gracias a que estaba completamente mojada. Mi amiga se inclinó hacia mi cuerpo y me chupó el pezoncito. Estaban muy contraídos. Me daba pequeños mordisquitos mientras los succionaba como si fuesen un caramelo. Yo estaba en el séptimo cielo. No podía dejar de suspirar. No podía pensar en nada; tenía la mente en blanco. Sólo podía disfrutar. Comencé a jadear. Mordí la almohada para que no se me escapase ningún gritito. Mi amiga se dio cuenta que estaba muy excitada y paró de repente. La habitación quedó en silencio y yo sin habla. ¿Cómo podía parar así sin más? Estaba completamente excitada y no quería que acabase así. Ahora ya no. Tardó unos segundos en hablar pero a mí se me hizo como un año. Quería explotar, ya no podía dar marcha atrás. Habíamos cruzado una frontera sin retorno.

Comenzó a tocarme los pezoncitos mientras me contó sus planes. Me dijo que a ella le encantaría terminar lo que había empezado pero no en ese momento. Me dijo que también quería disfrutar y quería saber lo que sabía hacer yo.

A mí no me costó mucho reaccionar. Era justo. Recordé mis fantasías lésbicas y decidí que era un buen momento para llevarlas a la práctica. Comencé a tocarle el culo. Tenía un culito muy duro. Metí mi mano dentro de las bragas y agarré el culo con fuerza. Estaba muy… muy excitada y eso lo transmitía en las caricias. Comencé a besarle el cuello. Lo besaba y lo lamía. La orejita tampoco se libró. Me encontraba completamente desatada. Ella me tocaba mientras yo me subía encima de ella. Aprovechó para chuparme el pezoncito puesto que lo tenía enfrente. Yo se lo aparté ya que era su turno y me acerqué a chupar sus tetas. Las toqué y las agarré con las dos manos. Rellenaban perfectamente la palma de mi mano. Los pezoncitos los tenía duritos aunque bastante menos que los míos. Los tenía rositas como los de mí otra amiga. Los mordisqueé y los chupé sin descanso mientras me movía encima de ella. Mi excitación continuaba en aumento, igual que mi deseo. Comencé a perderme por el edredón.

Descendí y le deslicé las braguitas por los muslos mientras mis dedos rozaban su piel. Se las quité y le palpé el chochito. Tenía pelo aunque muy poquito. Rocé los labios con los dedos y le separé los labios menores. Me acerqué y pasé mi lengüita por los labios. Sabía bastante bien. Estaba muy mojadita y cada vez que pasaba mi lengua, sentía como se estremecía. Aceleré la velocidad de mi lengua por egoísmo propio. Quería explotar ya, así que quería acelerar su orgasmo para que luego me proporcionase otro a mí. No podía más. La situación y la bebida me tenían enloquecida. Ella jadeaba cada vez más fuerte y el corazón parecía que le iba a explotar. Debajo del edredón no le veía la cara pero estoy convencida que era de puro placer. Le pellizcaba los pezones y chupaba y succionaba el clítoris salvajemente. De repente, oí un grito ahogado y sentí como se le tensaban los músculos de las piernas. Se tensaron y estiraron con fuerza hasta que se relajaron. El coño lo tenía muy inflamado y mojado. Ella se encontraba exhausta pero yo tenía muchas ganas de continuar. Me aparté hacia un lado y le dejé respirar.

Creo que no pasaron diez segundos cuando le dije que yo también quería disfrutar. Ella me dijo que había estado genial su orgasmo y me aseguraba otro igual para mí. Comenzó de nuevo con los pezoncitos. Los succionaba con brusquedad. Me chupó el cuello, la oreja,... y me besó infinitas veces. Por primera vez me besó en los labios. Eran besos apasionados. Las lenguas sincronizaban a la perfección. Volvió a mis pezoncitos. Ya los tenía completamente contraídos. Cada roce hacia vibrar todo mi cuerpo; me encontraba en otra dimensión. De repente, desapareció en la cama. Sentí como su boca mordía el tanguita y ayudada con las manos descendía hasta los pies. Me quitó el tanga y comenzó a chuparme los pies. Subía con la lengua por la pierna mientras deslizaba a la vez las manos por la piel. Me besó los muslos mientras abría completamente mis piernas. Entonces me besó el chochito.

Subió y me besó en los labios diciendo que la sorpresa le había gustado. Supuse que se refería a mi chochito completamente depilado. Bajó y continuó con la lengüita. Me lamía todo el coño y a mí ya me quedaba poco. Me pellizcaba los pezoncitos como a mí me gusta. Continuó chupándome cada vez con más ahínco y yo ya no pude soportarlo más. Me corrí. Sí, me corrí como pocas veces lo había hecho. Mis piernas se tensaron como las de mi amiga. Solté un grito que no pude ahogar. Mi amiga se incorporó a mirarme y sonrió al verme la cara. Supongo que era de puro placer.

En ese momento se oyeron unas risas fuera de la habitación. Mis amigas habían llegado en ese mismo instante y tuve miedo de que nos hubieran oído. Entraron a la habitación sin llamar: es costumbre en nosotras cuando estamos bebidas. Estaban muy borrachas y querían seguir la juerga en casa. Nosotras les dijimos que estábamos muy cansadas y que no armasen mucho ruido. Cerraron la puerta y respiré con alivio. Nadie había oído nada. Mi amiga me miró, sonrió y me dio un beso en la boca. Me dijo que no me preocupara. Se la veía muy calmada y eso me tranquilizó. Le sonreí y nos acostamos juntas. Supongo que tardé un instante en dormirme porque no recuerdo nada más de aquella fantástica noche.

Al día siguiente se lo conté todo a mi novio porque supuse que le gustaría la historia. No es que seamos infieles pero podemos decir que a él no le importa en el caso de ser un lésbico. No es que no le importó, sino que le encantó la historia y la utiliza en muchas de sus masturbaciones. Supongo que muchos hombres lo entenderéis.

Verano con mi mejor amiga

Aquí comienza mi "Historia". No sé si será normal, si será una expresión natural del cuerpo o si será cualquier otra cosa, el caso es que no sé de que manera, comencé a sentir algo más especial por una de mis amigas. Es una chica normal, con el pelo rubio oscuro natural, liso que parece seda en las manos y el cuerpo bien formado, de caderas anchas aunque no exageradas y 1,70 de altura. Yo soy una chica normal de la misma estatura, pelo rizado natural, culo respingón y labios carnosos.

Nuestros ojos son marrones, los suyos son chocolate con leche, los míos son miel oscura. Sentía que esta amiga no me era indiferente; siempre quería estar con ella, me entristecía si no participaba de las cosas alegres del grupo, siempre la llamaba, siempre estaba pendiente de ella, era a la primera que llamaba para todo y a la que siempre acompañaba hasta su casa. Hasta ahí todo puede entrar dentro de lo normal, pero hubo una temporada en la que casi no nos vimos por novios y alejamientos laborales y entonces no nos despegábamos del messenguer hablando.

Llegamos a contarnos muchas cosas que hasta entonces no nos habíamos dicho en persona en cuanto a gustos sexuales, como nos gustaba que nos hicieran gozar, lo que más nos ponía, el poder experimentar con una persona del mismo sexo.... Total que fuimos cogiéndonos mucha más confianza de la que ya nos teníamos y decidimos un día, a pesar de la amistad, entregarnos un único beso en los labios, no un pico, sino un auténtico beso húmedo, por calentura de la conversación, por ir un poco más allá, porque nos subíamos por las paredes, que se yo, algo que en principio me apetecía muchísimo, y que luego cuando estábamos juntas ya no me apetecía tanto.

Algo raro, pero muy fuerte. Un día en una noche de verano salimos a la fiesta más cercana, rodeadas de amigas y amigos de todos lugares, pero nosotras siempre juntas. Yo siempre que podía la cogía de la mano y los guiños y actitudes cariñosas se repetían constantemente, como siempre. Me encanta su cuerpo, bien torneado, fruto de los muchos años de ejercicio físico, no por ello disminuyendo su feminidad que irradia por cada poro de su piel. Lo dicho, estábamos de fiesta y tonteábamos con los chicos aunque siempre estuviésemos juntas bebiendo y riéndonos, les calentábamos dándonos pequeños picos y dándoles algunos a ellos, pero sobre todo entre nosotras.

Todo esto pasaba hasta que sentí que podría poner como excusa el alcohol y exagerar diciendo que me encontraba mal, aunque me sentía flotar cada vez que acariciaba a mi amiga por la espalda donde sabía que le encantaba, o nos abrazábamos muy fuerte en broma (aunque en broma yo sentía su pubis clavarse en el mío cada vez) y todo esto era muy frecuente mientras bailábamos canciones muy animadas. Llegó un punto en el que ya no podía más, y le pedí que me acompañase fuera y no sé si por amistad, porque creyó que estaba muy achispada, porque lo deseaba o porque se intuía algo, no lo pensó ni un segundo, cogió la chaqueta y quedamos con los demás de volver en un rato, poniéndome a mi de disculpa para ver si me despejaba.

Una vez fuera, un poco alejadas de la fiesta y rodeadas de mediana oscuridad, le dije: yo no sé si es el alcohol o soy yo, pero me muero por darte lo que habíamos hablado por el messenguer. No dijo nada, simplemente mirándome a los ojos, posó su mano en mi hombro, subió con ella lentamente por mi cuello y cogiéndome finalmente de la nuca, puso sus labios sobre los míos, sin prisas, en un beso que le correspondí inmediatamente, separando mis labios y enlazando mi lengua a la suya en una suave lucha húmeda, rompiendo cualquier tipo de barrera que pudiésemos tener.

Nuestros labios se entremezclaron por un gran tiempo, sin que ninguna de las dos quisiese poner fin a ese prolongado beso, acompañado de nuestras manos empujando por acercar nuestros cuerpos para fundirlos en uno solo. Mientras alargábamos nuestro erotizante beso, le acariciaba la cabeza, ese pelo liso y esa nuca tan deseada, me debatía entre las ganas de morderle suavemente el cuello muy cerca de su oreja, y seguir besándola, pero el miedo a que quisiese detenerse ahí me impedía hacer nada más. Su sabor era muy agradable, un poco matizado en mi, por el sabor del alcohol que me acompañaba, pero la sensación de suavidad de esos labios carnosos estaban encendiéndome como puro fuego.

Con todo el deseo que se estaba despertando en mi, ya mis manos no quisieron parar solo en su espalda y cabeza, apreté en una caricia redonda su culo, durito y suave como siempre supe, mientras sentía sus pechos pegados a los míos y nuestra respiración mezclada con nuestro beso, se agitaba y aceleraba por instantes. Cuando pusimos fin a nuestro beso, le dije que me había encantado y no quería parar aquí. Ella asintió y me comentó que nos alejásemos un poco más, pues por la proximidad al local podíamos estar dando un buen espectáculo.

Caminamos un trocito de camino entrelazadas por la cintura hasta que nos detuvimos en una pradera de mutuo acuerdo. Me miró de frente se me acercó al oído y me dijo, nunca jamás pensé que esto iba a suceder así, pero ahora que ha pasado, me encanta y quiero decirte que me tienes hechizada, lamento no disponer de un lugar más adecuado, pero siento que necesito hacer el amor contigo aquí, esta noche.... No pude más, sólo sentir su aliento entre mi oído y mi cuello me enloqueció, pero con lo que me acababa de decir..... ya era completamente suya, no podía esperar más.

La besé nuevamente y comencé a besar su cuello, por fín!! Mientras le propinaba pequeños mordisquitos, ella me tenía cogida con una mano por el culo y con la otra subía y bajaba a lo largo de mi espalda, mientras no podía evitar gemir al roce de mis labios y dientes en su cuello. Sentirla así, vibrando conmigo y gracias a todo lo que le estaba haciendo, me tenía loca, no podía pensar en mi propio deseo, quería satisfacerla completamente y separándome un poco de ella desabroché sus pantalones e introduje una mano dentro de sus vaqueros y su ropa interior y bajé hasta su sexo.

No tengo palabras para describir lo muy caliente y húmedo que lo sentí. Con un dedo rocé sus labios, lo que provocó que ahora fuese ella la que jugaba con mi cuello y comenzase a introducir sus manos bajo mi camiseta acariciando mis pechos y liberándome de todo. Seguí jugueteando con mis dedos en sus labios inferiores entre pequeños gemiditos mutuos, hasta que introduje un poco mi dedo dentro de su sexo para empaparme con sus jugos y de ahí subir sabiamente hasta el montecito endurecido de su clítoris.

Se estremeció. Me miraba con una mezcla de deseo y lujuria contenida como jamás le había visto en esa carita tan dulce. Sus labios ligeramente separados estaban hinchados y aunque me costó mucho renunciar a sus caricias me dirigí con mi boca al lugar que antes ocupaba mi mano. Por ser mi primera vez con una persona del mismo sexo, me encontraba aparte de verdaderamente excitada, muy nerviosa y aunque jamás había tocado a otra mujer yo como tal, sabía perfectamente los lugares idóneos para comenzar, disfrutando y acabar explotando en el más ardiente de los orgasmos.

Al acercarme a su sexo me invadió un aroma para nada desagradable y sin poderlo evitar mis labios y mi lengua se dirigieron directamente al clítoris. El gemido fue contenido pero resonaba en mi cabeza mucho después de haber pasado. Bajé y quité su ropa de cintura para abajo mientras ella continuaba de cintura para arriba quedando todo de colchón, pues acto seguido nos tumbamos entre caricias y besos, pidiéndome al oído que fuera suave con ella.

Siempre seré suave contigo mi amor y acto seguido descendí a ese monte de venus, depilado a la perfección. Me había gustado el aroma y esta vez separando un poco más sus piernas me dediqué al movimiento de entrada y salida en su sexo con mi lengua. Lo hacía despacio, saboreando el momento de sentir sus leves convulsiones por el contacto con mi lengua. De vez en cuando la miraba a la cara y veía sus ojos entrecerrados y sus manos en sus pechos.

Jugué lo que quise rodeando sus labios mayores, ascendiendo a su clítoris e introduciendo un dedo en ella. Su cuerpo se arqueaba y relajaba al ritmo de mis caricias hasta que me pidió que aumentara el ritmo. Sabía que se iba a correr, era cuestión de tiempo, así que concluí con mis labios y mi lengua en su clítoris y mi dedo corazón moviéndose en círculos dentro de su vagina.

La explosión fue monumental, no pudo contener los gritos de placer mientras me cogía por la cabeza, asida fuertemente a mi pelo y empujándome hacia ella. A pesar de su orgasmo seguí en su sexo, quería seguir disfrutando su néctar, libando directamente de la fuente de mi lujuria, y continué lamiendo, mordisqueando y chupando hasta que me atrajo hacia ella. Nos abrazamos y mientras me acariciaba los pechos bajó su mano y ahora era ella la que me tocaba a mi. Se sorprendió, entre ronroneos de mi humedad y comentó ¡cómo estás.........! pobrecita mía, ahora te toca a ti.

No iba a tardar en tener un orgasmo, lo sabía porque prácticamente apenas me rozó sentí como un calambre estremeciendo mi abdomen, le pedí que no me hiciera sufrir con mucha lentitud pues necesitaba sentirla, estaba que no podía más. Lo entendió y con su lengua en mi sexo hizo maravillas. ¿Llegué a los 5 minutos? No sé el breve espacio de tiempo que transcurrió, pero un calor enorme me inundó y un placer apenas descriptible me recorrió el cuerpo en un gran momento, mientras sentía como pequeños espasmos se apoderaban de mi sexo, por el que todavía recorría su lengua, sus manos, su todo.

La miré y le indiqué sugerentemente que se acercara a mi cara apenas con un dedo. Fue genial verla ascender a besitos por mi cuerpo desnudo detenerse en mis pezones y acabar en un beso enorme en mis labios. Me dijo; perdona pero no te he podido dedicar todo el placer ni el tiempo que te mereces. Le respondí; ni yo a ti mi diosa, me has hechizado y mientras continuaban nuestras caricias y le mordisqueaba el lóbulo izquierdo de su oreja le comenté, eres el fruto de mi mejor sueño...